Las primeras referencias que constan son los Papiros de Ebers, que se guardan en la Universidad de Leizpig.
Existen numerosos documentos históricos de los egipcios, griegos, romanos, algerianos, árabes, tunecinos, indios y chinos, entre otros, que hablan de su empleo para uso medicinal y cosmético.
Discórides, en su famoso Herbario Griego, en el siglo I d. C., hace una detallada descripción de sus aplicaciones para heridas, insomnio, desórdenes estomacales, dolores, hemorroides, comezón, dolor de cabeza, pérdida de pelo, enfermedades de la boca y de las encías, molestias de los riñones, ampollas, cuidados de la piel, quemaduras de sol, manchas, etc.
Aristóteles persuadió a Alejandro Magno para que conquistase la isla de Sócrota, cerca de la costa este de África, con el propósito de obtener suficiente cantidad de Aloe para la cicatrización de las heridas de sus soldados.
El uso del jugo de Aloe Vera decayó en Occidente cuando las civilizaciones se fueron asentando en zonas nórdicas, donde la planta no podía sobrevivir a los fríos inviernos, quedando su uso restringido a uso farmacológico el zumo de Aloe.
Tras los efectos devastadores de la bomba atómica y de las quemaduras provocadas por los rayos X, volvió a tomarse seriamente en consideración el jugo de Aloe Vera como remedio eficaz contra las quemaduras.
Sin embargo, su uso estaba limitado por la dificultad de conservación del jugo, muy inestable y fácilmente oxidable, con lo que perdía gran parte de sus propiedades terapéuticas. Rodney M. Stockton consiguió en 1959 la estabilización del gel de Aloe Vera, y a partir de ese momento se inicia la escala de investigación y aplicación de sus propiedades medicinales.
En la actualidad, las investigaciones están principalmente enfocadas en la lucha contra el SIDA, y cáncer, dada su cualidad de potenciador del sistema inmunológico. Los resultados obtenidos hasta el momento son espectaculares, con numerosos ensayos bajo control de la F.D.A. (Administración de Alimentos y Drogas de los EE.UU) y parece inminente su calificación como tratamiento de elección para este tipo de enfermedades. Sin embargo, hasta el momento sólo está reconocido como estimulador biogénico (antibiótico, astringente, agente coagulante, inhibidor del dolor, cicatrizante y estimulante del crecimiento celular).
También se reconoce su inocuidad, pudiéndose administrar conjuntamente con cualquier otro tratamiento y sin ningún tipo de efectos secundarios.